Derrota de Milei en el Senado: la unión entre kirchneristas, macristas y radicales lograron que se rechacen los pliegos de jueces de la Corte Suprema
El Senado rechazó los pliegos de los jueces de la Corte Suprema propuestos por Milei, tras una votación clave con impacto político.

En una sesión tensa y de alto voltaje político, el Senado de la Nación rechazó este jueves los pliegos de Manuel García Mansilla y Ariel Lijo, los jueces propuestos por el presidente Javier Milei para integrar la Corte Suprema de Justicia. La votación marcó un duro revés para el Gobierno, que no logró el respaldo necesario para confirmar las designaciones en el máximo tribunal.
El académico García Mansilla, quien había asumido provisoriamente en febrero, recibió 51 votos en contra y apenas 20 a favor. Por su parte, el juez federal Ariel Lijo obtuvo 43 votos negativos, 27 positivos y una abstención, insuficiente para alcanzar los dos tercios requeridos.
La votación dejó en evidencia las fracturas dentro del oficialismo y la oposición. En particular, se destacó el rechazo del senador misionero Martín Goerling, del PRO, quien se alineó con la postura de su líder político, el expresidente Mauricio Macri. En contraposición, los legisladores Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, de la Renovación, respaldaron las nominaciones impulsadas por el Ejecutivo.
El intento de frenar la sesión y la interna libertaria
Desde la Casa Rosada se intentó bloquear la votación a último momento. Según trascendió, el influyente asesor presidencial Santiago Caputo intentó que el senador Bartolomé Abdala, vicepresidente de la Cámara, firmara un decreto para suspender la sesión. Sin embargo, la maniobra fue frustrada por la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien en ese momento ejercía la jefatura del Ejecutivo debido al viaje de Milei a Estados Unidos.
El rechazo de los pliegos fue posible gracias a un acuerdo entre el kirchnerismo, el macrismo y sectores del radicalismo, quienes garantizaron el quórum necesario para la sesión. El desenlace expone las dificultades del gobierno libertario para consolidar su poder en el Congreso y deja en suspenso el futuro de la Corte Suprema, que deberá esperar nuevos postulantes en un escenario de creciente tensión política.